Así, en el cristal, gracias a un lazo invisible los colores del cielo son conservados en la tierra.
Sobre los cristales, sobre las piedras preciosas, las dos imaginaciones, terrestre y aérea vienen a unirse, al menos están ahí las dos en potencia esperando al alma exaltada o al alma recogida que les dé un dinamismo imaginario.
A veces un ligero desequilibrio, una ligera falta de armonía, rompe la realidad de nuestro ser imaginario: nos evaporamos o nos condensamos, soñamos o pensamos.
¡Ojalá pudiéramos imaginar siempre!
"El aire y los sueños" de Gastón Bachelard.
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